Los límites personales son las fronteras psicológicas y emocionales que estableces para proteger tu integridad emocional, mental y física. Estos límites definen lo que estás dispuesto a aceptar o no aceptar en tus relaciones y en tu vida en general. Establecer límites saludables es fundamental para mantener relaciones equilibradas y para cuidar tu bienestar emocional.
Ejemplos de límites personales pueden ser decir no a algún favor, priorizar el tiempo para uno mismo, decidir qué información personal compartir y qué no, etc.
Podríamos dividir los estilos de personalidad poniendo límites en tres grupos: personas pasivas, personas agresivas y personas asertivas. Las primeras eligen no poner límites por miedo al rechazo, al conflicto o a molestar. Las segundas ponen límites sin pensar en los sentimientos del otro, por lo que pueden herir a la otra persona. Las terceras son un equilibrio de ambas, se ponen límites intentando cuidar las emociones del otro.
No obstante, hay veces que las personas pasivas terminan explotando y siendo agresivas al “tragar” siempre tanto, y por ello es muy importante poner límites asertivos desde el principio. A veces no ponemos el límite por evitar un problema, y más tarde acaba surgiendo un problema mayor por haber explotado. Además, causa confusión en los demás por lo imprevisible de la reacción (“¿Por qué se pone así si sólo le he pedido una cosa?” “¿Por qué se pone así cuando siempre me había dicho que sí anteriormente?”)
Los límites están estrechamente relacionados con el sentimiento de culpabilidad y la importancia de sentirse aceptado por los demás. Poner un límite normalmente va a hacernos sentirnos culpables y preocupados por cómo va a vernos el otro a partir de ese momento, y precisamente por eso cuesta tanto ponerlos.
Nos encontramos entonces ante dos caminos con dos finales desagradables, si ponemos límites vamos a sentirnos culpables, y si no los ponemos nos sentimos utilizados, tontos, poco valorados, porque “OTRA VEZ se han aprovechado de mí”. Solemos elegir evitar la culpa, y el resultado es sentirnos tontos. Ahí es donde entra la importancia de poner límites asertivos, ya que la asertividad te permite expresar y defender tus límites de manera adecuada y respetuosa. Cuando eres asertivo, puedes comunicar tus límites a los demás de manera clara y firme, lo que a su vez contribuye a establecer límites saludables en tus relaciones.
Lo que veo en consulta es que las personas con dificultades para poner límites tienen mayor probabilidad de estar en relaciones tóxicas, ya no sólo amorosas sino también de amistades, laborales o familiares. El miedo a ser rechazados y a la culpabilidad puede hacer que otras personas se aprovechen de ellas. También veo que las personas que no saben poner límites suelen tener la autoestima más baja de lo normal, por lo que o sienten que deben esforzarse al máximo para ser aceptados porque si no “no soy suficiente” o reaccionan de una forma muy agresiva porque se sienten muy vulnerables, y esconden esa vulnerabilidad detrás de agresividad, algo parecido a lo que hacen los perros pequeños, ladran mucho para esconder lo pequeños que son.
El estudio Predictors of assertiveness and the relationship between assertiveness and outcomes (Gupta et al. 2013) examina los factores predictores de la asertividad y su relación con diferentes áreas de la vida como la salud, el bienestar o el rendimiento laboral. Los resultados mostraron que las personas asertivas contaban con una mayor satisfacción laboral y mejor salud mental. Este artículo proporciona una base sólida que fundamenta establecer límites asertivos en diversas situaciones y contextos.
Existe la forma de respetarte a ti mismo poniendo límites que necesitas mientras respetas al otro eligiendo las palabras adecuadas que también cuiden su bienestar.
Algunas ideas de cómo poner límites asertivos:
1. Ten claro cuáles son.
Tómate tu tiempo para reflexionar sobre qué estás dispuesto a hacer con comodidad y qué te hace sentir incómodo.
2. Habla siempre desde lo que te hace sentir a ti en lugar de atacar a la otra persona.
Por ejemplo en lugar de decir “estoy harto de que me pidas dinero” puedes decir “no me siento bien dándote más dinero”.
3. Sé claro.
Cuando damos excusas o rodeos nuestro argumento pierde firmeza. Debemos usar un lenguaje simple y conciso. Menos es más.
4. Empatiza con la otra persona.
Muestra que entiendes su situación aunque te mantengas firme en tus límites. Siguiendo con el ejemplo anterior: “debe ser súper agobiante que te falte dinero, no me lo quiero ni imaginar. No me siento bien dejándote más pero ¿puedo ayudarte de otra forma?”.
5. Cuídate.
Que te priorices y te cuides le manda el mensaje a tu mente de que te estás valorando. Conforme más lo hagas, menos te costará poner límites a los demás.
Recuerda que establecer límites asertivos no significa ser egoísta ni insensible hacia los demás. Más bien, se trata de encontrar un equilibrio entre tus propias necesidades y las de los demás, para mantener relaciones saludables y satisfactorias.
Gupta, S., Chip, A., & Lin, S. (2013). Predictors of assertiveness and the relationship between assertiveness and outcomes. Journal of Occupational Health Psychology, 18(1), 129-138